Wednesday, October 15, 2008

Solo contaré estos secretos desde mi tumba,

y cuando pase la fiebre de mi sepelio

te invito a ver la luna,

a que acerques tu oido al viento,

a que acalles el pensamiento

para que escuches los leves y sordos latidos;

pero eso sí, debes guardar silencio

que después de muerto

mi voz se hace ligera como una trémula gota,

esquiva como la sabia neblina,

y quizás no sea otra cosa más

que de la vida, la huida;

o el silencio en movimiento…

C. Del Valle

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