Tranquilo silencio que esta noche
me acompañas,
toma estas suaves palabras
y llevalas junto a su lecho,
que ella las escuche en el secreto abrigo
de su sueño.
Que esta triste voz,
incapaz de olvidarle,
sea el arrullo de sus sueños esta noche,
de lo cual en la mañana
nada recordará
y así no habrán reproches
por haber desperdiciado
de esta forma sus horas, aún mientras dormía.
Será mi alegría inmediata
saber que soñó mis palabras,
que las sintió dentro de su alma
fuerte e impenetrable,
y que por fin el suave
silencio, fue roto por la causa
de este loco amor.
C. Del Valle
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